El proyecto Conduciendo a Ciegas (apoyado por medio del Programa Nacional de Concertación del Ministerio de Cultura en 2020, 2021 y 2022) busca, por medio de las letras, hacer protagonistas a las personas con discapacidad visual. Para ello hemos creado este especial multimedia que recoge el talento y las voces de cerca de las personas que han participado en un taller de escritura creativa dirigido por Johanna Hidrobo, docente y escritora con discapacidad visual.

Este espacio de encuentro ha tenido como eje la escritura y la reflexión sobre cómo se vive la discapacidad en Colombia, cómo esta hace parte de la vida y trasciende los estereotipos y limitantes que muchas veces se asumen.

En este multimedia podrán leer una muestra del trabajo realizado en 2020 y 2021. Hallarán algunos de los escritos realizados por los asistentes y las historias que han sido sonorizadas, con la intención de mostrar que la lectura trasciende lo meramente visual y puede hacerse con otros sentidos, como el oído.

El nombre de este proyecto surge del título de un libro de cuentos que el escritor estadounidense Ray Bradbury publicó en 1997; durante el proceso de creación, el autor se recluyó en absoluta oscuridad y, sin ver, escribió a mano durante varios días.

A continuación, podrá conocer el proceso del proyecto Conduciendo a Ciegas, en palabras de sus participantes:

Conducir a ciegas, todo un experimento
Por: Johana Hidrobo (Escritora con discapacidad visual. Profesora y coordinadora del proyecto)

Cierre los ojos por un momento; imagine que va en un carro. Usted lo conduce… Está totalmente ciego. Siente miedo, pero la experiencia le agrada y la adrenalina fluye por sus venas. Grita, el viento enfría su cara y su piel. La respiración se acelera, y el corazón amenaza con salirse del pecho de lo fuerte que late. Los oídos, que todo lo magnifican, lo mantienen alerta de los gritos, los pitos, los motores de los otros carros… Incluso, si se concentra, usted jura que puede escuchar no solo su respiración acelerada sino los latidos del corazón.

¿Cómo sería vivir una experiencia así? Es lo que cada sábado, durante 20 encuentros, personas de con discapacidad visual de varias partes del país, se preguntaban: ¿qué es conducir a ciegas? Sentir la adrenalina, arriesgarse, salir de la zona de confort.

Fue un reto que cada día vivimos e hicimos realidad; ellos, desde un montón de conocimientos y experiencias que traían. Yo, desde la fortuna de conocer a algunos de ellos y haber aprendido a leer con los oídos muchas veces esas emociones que están entre líneas y les cuesta expresar con palabras.

Encerrarse en una habitación a escribir en la oscuridad más profunda, como en algún momento lo hizo Ray Bradbury, es un ejercicio interesante y retador; oír esa voz robotizada del lector de pantalla cómo lee todo aquello que nos ocurre, que pensamos o sentimos; tomar una pizarra y un punzón para escribir con 6 puntos desgarrando el alma y dando nuevos significados al braille, se convierten en algo aún más interesante y retador cuando escribes desde tu condición; porque a diferencia del principio de este texto, la ceguera no desaparece nunca. Tampoco la baja visión.

Cada texto te enfrenta a los estereotipos con que creciste. Leerlos es escuchar sus voces, aprender a reconocer su estilo narrativo. Esa forma tan propia que cada uno tiene de encontrarse en el mundo y darle significado a muchos aspectos que hacen de él, un reto permanente.

Narraron y se narraron desde las ciudades que los vieron crecer, desde sus familias y su infancia. Soñaron e imaginaron mundos posibles desde la fantasía y ese regresar a cuando éramos niños. Hablaron del terror propio y del ajeno, sonrieron recordando historias de travesuras y fueron felices describiendo los objetos que han llevado siempre consigo. Descubrí que algunos de ellos prefieren viajar ligeros de equipaje. Otros, eligen llevar siempre su casa a cuestas. Hablamos del erotismo y la muerte. Jugamos a inventar historias y la frustración llegó a apoderarse de nosotros cuando la creatividad nos era esquiva. La tristeza hizo parte del espacio de formas muy íntimas y personales. Porque aquí, todos sufrimos pérdidas o pensamos en los grandes desafíos que nos ponían la vida y la escritura por igual.

Todo esto y miles de aprendizajes más son los que nos deja Conduciendo a Ciegas. El poder maravilloso de la escritura y la literatura como herramientas transformadoras que cambian mundos, son catárticos y nos permiten resignificarnos desde nuestra voz. Queremos ser escuchados, leídos y sentidos por un mundo que muchas veces, de forma consciente o inconsciente, estigmatiza, etiqueta y estereotipa.

¡Bienvenidos a este viaje!

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