Las personas privadas de la libertad se encuentran sometidas a rutinas monótonas y desprovistas de actividades que los motiven. Es más, se estima que al menos un 20% de la población reclusa del país se encuentra en alto riesgo de suicidio, debido al estrés, la depresión, la desesperanza y el abandono.
Por ello, nos hemos propuesto aportar desde la literatura y la reflexión a la calidad de vida de los reclusos de la cárcel la Picota y las reclusas de El Buen Pastor, con espacios en que trabajen herramientas para que piensen su vida, sus conflictos y expresen sus historias. Creemos en que ellos hacen parte de la sociedad y tienen mucho para contar y para compartir con el resto de la sociedad.